Por Lynette González Centeno
Hacía año y medio que no viajábamos por temor al COVID-19. El momento soñado llegó el pasado mes de junio, luego de pasar los últimos 18 meses llenos de incertidumbre y tratando de enfrentar los grandes cambios provocados por la pandemia de coronavirus.
Dado las circunstancias- el año pasado (2020)- se nos quedaron en el tintero varios viajes. Entre ellos, una escapada romántica a Panamá, un “road trip” veraniego por el oeste de Canadá y unas Navidades familiares en Bostón. Para el mes de mayo de 2021 empezamos a tener la esperanza de recuperar el tiempo perdido. Comenzamos a sentirnos más seguros para viajar cuando llegaron las vacunas y disminuyeron los contagios de COVID-19 en Puerto Rico y en los Estados Unidos. Pero realmente albergamos la esperanza de poder lanzarnos nuevamente a la aventura cuando Ian Marco empezó a utilizar mascarilla.
Nuestro objetivo era un destino seguro en los Estados Unidos y asequible a través de un vuelo directo desde San Juan. Para encontrarlo Marco estudió la cantidad de casos diarios de contagiados por COVID-19 y de personas vacunadas en varios estados. También, buscaba un destino con paisajes calmados y alternativas de entretenimiento seguras y al aire libre.
Finalmente, trazamos una ruta por el noreste de los Estados Unidos. Entramos por New York y pasamos por la histórica región de New England: Vermont, New Hampshire, Maine, Massachusetts, Rhode Island y Connecticut. Nos sumergimos por pueblos pintorescos de mucho encanto. Disfrutamos de paisajes montañoso y extensos parajes verdes salpicados de llamativos graneros rojos, iglesias con torres afiladas y viejos puentes de madera. Además, descubrimos hermosos pueblos costeros y grandes ciudades históricas.
Volamos desde Puerto Rico hasta el aeropuerto Internacional John F. Kennedy. Luego de recoger la minivan que alquilamos en el aeropuerto emprendimos un viaje de tres horas hacia el norte en dirección a Albany, New York, donde pasamos dos noches. Aunque estaba aturdida aún por el ‘jet lag’ durante ese paseo me invadió una sensación de libertad seguramente producida por la frustración que me provocó el confinamiento. Estar en un avión nuevamente, llegar al hotel, hacer compras en el Target más cercano y despertar en un lugar diferente eran recuerdos bien lejanos durante aquellos largos días que pasé encerrada en mi casa. En esta ocasión se nos sumaron mis suegros y «Yeyi», la tía de Marco. Ellos nos ayudaron con Ianna e Ian.
Cooperstown, New York
Salimos de Albany por la I-90,88 en dirección a Cooperstown, New York. Habíamos leído que esa ruta pasaba por una zona agrícola muy bonita. Por allí cruzamos por pueblitos típicos y hermosas zonas rurales con sembrados de maíz. De todos esos lugares que vimos se me quedó grabado en la memoria el centro de Canajoharie, New York. De allí me llamó la atención una tienda llamada Lees Christmas Corner que está en un bonito edificio del siglo XVIII.
Salón de la Fama del béisbol
Decidimos ir hasta Cooperstown para visitar el lugar donde se reúnen todos los fanáticos del béisbol. Se trata del Salón de la Fama donde se exalta las leyendas del béisbol. En la entrada grupos de fanáticos vestidos con las camisas de sus equipos preferidos te contagian su entusiasmo. Sin embargo, a nosotros nos preocupaba más estar en un lugar encerrado y atestado de personas sin mascarillas.
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Por $25.00 (los niños entraban gratis) hicimos un tímido recorrido por las exhibiciones del museo que, según su portal de Internet, alberga una colección de alrededor de 40,000 artefactos. Allí, nos perdimos por toda la historia del béisbol. Aprendimos acerca de afroamericanos, latinos y mujeres maravillosas que dejaron huellas en el deporte, así como también las leyendas de todos los tiempos. Vimos equipos y artefactos del béisbol y fotografías impresionantes de los momentos más gloriosos. Al final del recorrido está la galería con las paredes llenas de placas de bronce con los rostros, nombre y descripción de los logros conquistados de cada jugador exaltado. Llenos de orgullo buscamos las placas de los cinco jugadores puertorriqueños que fueron inmortalizados: Roberto Clemente, Orlando “Peruchín” Cepeda, Edgar Martínez, Roberto Alomar e Iván Rodríguez.
Según el portal de Internet del Salón de la Fama, de los más de 19,000 hombres que han jugado en las Grandes Ligas del béisbol, solo alrededor del uno por ciento llega a ser inmortalizado.
Después de salir del Salón de la Fama, buscamos el lugar más cercano para almorzar y encontramos Cooperstown Dinner establecido en 1921. Luego emprendimos la marcha nuevamente hacia Albany. En el camino nos detuvimos en un mercado junto a la carretera llamado Wendy’s Fresh Veggies. Allí había venta de flores, vegetales, frutas y jaleas. Fuimos de un lado a otro y al final terminamos comprando algunas frutas.
Albany, la capital del estado de New York
Albany se distingue por ser la capital del estado de New York desde 1797 y es una de las ciudades más antiguas de los Estados Unidos. Fue fundada por comerciantes holandeses en 1614, por lo que guarda varias edificaciones históricas. Su quietud fue la excusa perfecta para caminar sus calles desoladas hasta el Empire State Plaza, donde se reúnen varias atracciones: New York State Museum, Corning Tower, Art at the Plaza y The egg. Yo casi no los recuerdo, porque me embelese tomándole fotos al Capitolio.
Pero, antes de ese paseo, quien se robó nuestra atención allí fue la catedral de la Inmaculada Concepción, que fue construida en la década de 1850.
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Vermont
Al día siguiente, nos dirigimos hacia Vermont por la US 7, un viaje de aproximadamente tres horas. Aunque ya habíamos visitado Vermont en un viaje anterior en el 2009, esta vez entramos por el sur, directamente a la ciudad de Bennington. Ésta ciudad fue el escenario de una histórica batalla en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (1777). Allí visitamos el Bennington Battle Memorial, un obelisco de 306 pies de altura que conmemora la batalla y nos recordó el monumento de Bunker Hill en Boston que habíamos visitado años atrás. Por cinco dólares los adultos y un dólar por los niños subimos al lugar en un ascensor que nos llevó hasta la cima y desde donde pudimos disfrutar de una hermosa vista a los estados de New York, Massachusetts y Vermont.
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Más tarde nos detuvimos en el centro de Bennington para almorzar en Madison Brewing Company Pub & Restaurant. Allí el plato ganador fue el Pub Nachos con pulled pork.
La mirada se pierde en el verdor de las famosa cadena de las Green Mountains características de Vermont. Ese es el paisaje constante que disfrutamos en Waterbury, donde nos quedamos dos noches en un hotel que tenía un puente cubierto en la parte de atrás y que estaba cerca de la fábrica de Ben & Jerry’s. Tanto verde en el paisaje me abrumó, pero aún así fueron unos días de mucho confort. Esa tarde fuimos a Montpelier, la capital del estado. Allí bajo el intenso sol brilla la cúpula dorada del State House, que fue construido en 1859. Le tomé varias fotos al capitolio y al pueblo para grabarlos en mi memoria.
Acabamos nuestro día consintiendo nuestro paladar con unos mantecados de Ben & Jerry’s. Debido a la pandemia no estaban ofreciendo sus acostumbrados tour por la fábrica. Me hubiese encantado que Ianna hiciera el recorrido. Luego de disfrutar nuestros mantecados fuimos a dar un paseo por el simpático cementerio de los sabores desaparecidos.
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Llegamos al pequeño pueblo de Stowe, un destino para esquiar ubicado en el condado de Lamoille, buscando el monte Mansfield, el punto más alto de Vermont. Encontrar por pura casualidad la estación de esquí Stowe Mountain Resort fue nuestro consuelo, porque por $35 por persona subimos a un teleférico que nos llevó a la cima de una montaña en el entorno del monte Mansfield. Allá arriba la temperatura estaba a 61 grados y una ligera neblina cubría las crestas de las espectaculares montañas. Un hermoso paraíso natural digno de una nueva postal.
En Stowe no había muchos lugares abiertos para almorzar, por eso decidimos ir a Burlington, la ciudad más grande de Vermont. De ahí salimos hacía Grand Isle County, donde tomamos la US 2 que pasa por South Hero, Grand Isle y North Hero. Esta zona rural es muy tranquila y está llena de granjas y tiendas a orillas del lago Champlain. La lluvia nos obligó a permanecer en la minivan; aún así bajo la fría y ligera llovizna me entretuve tomando fotos a las bonitas vistas que ofrecía el lago. Aunque la niebla y mi lente empañada me dificultaron capturar algunas vistas, en especial cuando un grupo de patitos nadaba en fila logré tomar algunas fotos para recordar el momento sin hacer esperar al resto del grupo.
Por curiosidad aprovechamos el paseo para llegar hasta la frontera con Canadá, que aún estaba cerrada por la pandemia. Un oficial nos sacó del lugar cuando intentábamos tomarnos una foto en esta pequeña área de la frontera, que nos pareció muy curiosa.
Regresamos a Burlington para tomarle fotos a Church Street Marketplace District, un lugar turístico de aires europeos con edificios históricos, restaurantes y tienda.
East Corinth el escenario de la película Beetlejuice
Antes de despedirnos de Vermont queríamos visitar un pueblito llamado East Corinth, donde se filmó en 1988 la película Beetlejuice. En este remoto lugar el celular no coge señal, por eso fuimos de un lado a otro tratando de encontrar los lugares donde se grabaron algunas escenas de la película.
New Hamsphire
Una hora mٞás tarde accedimos a la icónica Kancamagus Highway que une las ciudades de Lincoln y Conway. En esta ruta panorámica hay miradores para contemplar el verdor de la naturaleza y pueblitos que arranca suspiros. Atrás quedaron las Green Mountains para sumergimos por el frondoso paisaje de la cadena White Mountains que se dibujan en el horizonte de esta área de New Hamsphire. Elegimos dormir en Gorham, porque estaba cerca de Santa Village y a diez minutos del Monte Washington, el punto más alto de esta zona.
La aventura más extrema del viaje
Subir los 6,288 pies de altura del Monte Washington en la minivan resultó ser la aventura más extrema de todo nuestro viaje. Ascender la montaña por la vía estrecha llena de curvas con vistas panorámicas a los riscos me dejó con los dientes apretados, las manos llenas de sudor frío y rezando por nuestras vidas.
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Ya en la cima, pensar en el regreso no me permitió disfrutar la vista espectacular al paisaje montañoso. Este entorno es el escenario de una de la zona meteorológica más peligrosa en Norteamérica así lo señala un rótulo allá arriba y la National Geographic https://www.ngenespanol.com/. Con el viento despeinándome y azotándome el rostro tomé varias fotos por compromiso con mi afición a la fotografía.
El descenso no fue tan inquietante como esperaba. Ya recuperados del subidón de adrenalina, nos retiramos del lugar orgullosos de nuestra hazaña con una etiqueta que decía: “Este auto subió al Monte Washington”. Ese fue el premio para Marco que enfrentó el asunto con valentía. Sin duda, esta es una postal llena de recuerdos temerosos.
Maine
Cuando se va de camino a Bangor, Maine hay que visitar la mansión de estilo gótico de Stephen King. Ese lugar que le sirvió de inspiración para escribir sus libros refleja el mundo ingenioso, fantástico y aterrador que lo caracteriza y que llevó a la fama grandes películas de horror, como It.
Nuestro paseo por Acadia National Park quedٕó pospuesto, porque la lluvia y la neblina nos impedían disfrutar del paisaje. Terminamos almorzando en Bar Habor, Maine en la isla Mount Desert, un animado pueblo porteño donde reina la langosta. Bar Harbor es la puerta de entrada al Acadia National Park. Allí probamos las famosas langostas de la región en un restaurante cerca del puerto.
El clima mejoró y paseamos sin prisas por Acadia National Park. No era la primera vez que visitábamos este parque nacional, por eso no llegamos hasta la montaña Cadillac, el punto más alto de la costa del Atlántico Norte que regala hermosas vistas a una altura de 1,530 pies.
Para llegar Augusta, Maine pasamos por hermosos pueblitos pintorescos como Bucksport, Candem y Rockland de los cuales atesoro algunas fotografías. En ese camino vimos familias de amish montados en carretas tiradas por caballos.
Ya en Agusta vimos el State House que destaca por su cúpula color marrón. Este se construyó en la década de 1830. Al día siguiente , llegamos a orillas del río Kennebec justo donde está desde 1754 Fort Western. Se trata de un histórico fuerte de madera levantado por los británicos durante la Guerra Francesa e India (1754-1763) que sirvió para la defensa de la región. Hoy día es un museo.
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De camino a la capital de New Hamphire
De camino a Concord, la capital del estado de New Hamphire, nos detuvimos para almorzar en Portland, Maine. Esta es la ciudad más grande del estado famosa por sus faros. Almorzamos en el «Downtown» en Salvage B.B.Q. donde degusté el mejor cornbread de todo el viaje.
Llegamos al “Dowtown” de Concord por la tarde donde le tomé fotos a varios edificios históricos. Mi atención se la robó el Clock Tower, que data del 1800, en la calle principal y la Casa del Estado que fue construido entre 1816 y 1819 por Stuart J. Park. Su cúpula color oro brillaba bajo el intenso sol de las cuatro de la tarde que me dificultó fotografiarlo. Allí, también está la Biblioteca Nacional que tiene más de 300 años de historia.
Al día siguiente , visitamos Salem, New Hampshire, donde fuimos a ver America’s Stonehenge unas curiosas formaciones de rocas que son todo un enigma.
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Según nos acercamos a Boston, la capital del estado de Massachusetts el tráfico comienza a tornarse más pesado. Ahí pasamos cuatro días y dos de ellos los utilizamos para escapar a lugares cercanos: Plymouth, Cape Cod y Salem para luego saltar a Rhode Island. Encontramos una ciudad de Boston sin temor al Covid-19. Los lugares estaban atestados de personas sin distanciamiento social y sin mascarillas. Nuestra mejor opción fue comer a las afueras de la ciudad.
Al día siguiente, nos alejamos de Boston en dirección a Plymouth para ver la réplica del Mayflower, el barco que transportó en 1620 a los primeros peregrinos desde Inglaterra hasta un lugar cercano a este puerto que nos regaló las postales más bellas de nuestro viaje.
Más adelante, por la US 6 llegamos a Cape Cod donde paseamos por animados pueblitos costeros muy turístico llenos de tiendas y restaurantes.
Completamos nuestro día visitando Salem, bautizada como la “Ciudad de las Brujas”, por los juicios por brujería que acabaron en la ejecución de 20 residentes en 1692.
Mientras nos dirígiamos hacia Newport, Rhode Island decidimos hacer una parada en Fall River para visitar la casa donde ocurrió, en 1892, el asesinato aún sin resolver de los padres de Lizzy Borden. Hoy en día, el lugar es un Bed & Breakfast. Continuamos nuestro camino por la US 24,114 hasta llegar a la ciudad costera de Newport, donde pasamos por las famosas mansiones de verano que pertenecen a algunas de las familias más acaudaladas de los Estados Unidos.
Nuestro último día en Boston lo dedicamos a caminar 12 millas por la ciudad, atraídos por su fascinante historia. Descubrimos los contrastes entre sus edificios altos y sus construcciones históricas en ladrillo rojo que te transportan al Boston de la época revolucionaria. En un paseo que recorre más de 250 años de historia, pasamos por las edificaciones que le dan a la ciudad su carácter histórico, como el Old South Meeting House (1729), donde se realizaron reuniones relacionadas a la Revolución; el Old State House, sede del Gobierno colonial británico antes de la Revolución; y por Old North Church, la iglesia más antigua de Boston que está ahí desde 1723.
Antes de pasar ese camino en el centro de la ciudad hicimos una parada en Bunker Hill, un obelisco de 221 pies de altura que conmemora la batalla más importante de la Revolución Americana en 1775.
Continuamos, en desorden, por el Fredom Trail, el icónico sendero que siguen los turistas con inquietud histórica, para ver el Boston Tea Party Ships & Museum. La hermosa vista que regala el Puerto de Boston a la ciudad es una invitación a sentarse en un banco a pasar el rato. Desde ahí se puede admirar la réplica del barco donde hace más de 240 años varios hombres anónimos, en un acto de desobediencia civil, arrojaron a las aguas del puerto el té en protesta por los impuestos británicos.
Para Ian, Boston no fue un lugar acogedor y se sintió intranquilo desde el primer momento. Por eso, decidimos dejarlo con mis suegros y Yeyi para poder completar la lista de lugares a visitar en la ciudad. Y así nos embarcamos en una caminata de 25 minutos para ver el bar que sirvió de inspiración para la serie de televisión, Cheers en los años 80, lo cual nos llenó de emoción revivir el encanto del programa. Pero nuestra aventura no terminó allí. Recorrimos otros 35 minutos hasta llegar al Fenway Park, hogar de los Red Sox, ¡y valió la pena!
Continuamos nuestro “road trip”, de dos horas por la I-90,91 en dirección a Hartford, Connecticut. Aprovechando la cercanía de Springfield, Massachusetts, Marco visitó el Salón de la Fama del baloncesto.
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Llegamos a Hartford por la tarde, la capital del estado y hogar del Capitolio más impresionante de toda la región de New England, construido entre 1871 y 1878. A solo cinco minutos de allí , se encuentra la casa de Mark Twain uno de los escritores más importantes del siglo XIX. Jamás imaginé que podría ver la casa del creador de los famosos personajes de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, que tanto me divirtieron durante mi adolescencia.
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En nuestro último día en Connecticut continuamos hacia el sur y pasamos por dos ciudades costeras bonitas: Mystic y New Haven. Para finalizar nuestras vacaciones realizamos un tranquilo recorrido donde difrutamos deliciosos mariscos y visitamos Olde Mistick Village un lugar acogedor de estilo colonial que cuenta con muchas tiendas y restaurantes.
Al día siguiente, regresamos a Puerto Rico por el aeropuerto Internacional John F. Kennedy.