Un chocolate de Ghirardelli nos llena de calor en una mañana en que la neblina envuelve los barcos en el Parque Histٕórico de la Marina de San Francisco. En las calles húmedas sin movimiento, las palomas levantan el vuelo. Un cable car, sin pasajeros, baja por Hyde St, mientras nosotros, con determinación, ascendemos la carretera empinada. Esa escena melancólica me da la sensación de estar en otra ciudad que no tiene nada que ver con el San Francisco abarrotado de turistas que visité hace nueve años.





En Lombard Street aparecen los turistas admirando la sinuosa carretera y tomando fotos a pesar de que sus jardines no está en pleno esplendor.

Le tomo fotos a los rótulos con los nombres de las calles para recordar el camino.
Sin embargo, una hora más tarde nos damos cuenta de que nos perdimos por Market St. No encontramos un Uber con car seat para Ian y seguimos caminando

En Fillmore St., una pareja se besa mientras posan con sus atuendos nupciales frente a una panorámica inmejorable de la ciudad.



Y nosotros una hora más tarde encontramos la recompensa desde el Coit Tower en Telegraph Hill, tras una ruta de dos horas, según Google Maps, que se convirtió en una jornada a tiempo completo.


Coit Tower

La puerta de entrada a San Francisco.

El primer día en San Francisco visitamos el icónico puente Golden Gate y las emblemáticas Painted Ladies.


Me gustan sus fachadas y siluetas.
