Por Lynette González Centeno
En la ciudad de Boston, el otoño pinta las calles en tonalidades cálidas de amarillo, naranja y marrón. Los árboles en los parques urbanos, la decoración de Halloween en las tiendas y las escaleras de la residencias combinan con el manto de hojas amarillas que caen sobre las anchas aceras.
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Aunque el otoño no es la temporada más animada, la ciudad guarda un encanto especial que contrasta con los veranos concurridos cuando nuestras visitas a esta histórica ciudad se limitaban a uno o dos días, después de realizar algún“road trip” por el noreste de los Estados Unidos. Sin embargo, para celebrar nuestro decimotercer aniversario de bodas, decidimos brindarle a Boston una oportunidad para explorarla más a fondo.
Boston nos recibió con un sol brillante y un clima inusualmente cálido durante los primeros dos días, sin embargo los siguientes dos días nos resignamos a caminar sin parar bajo una fría llovizna con nuestros paraguas en manos. Caminar 11 millas diarias desde nuestro hotel en Boston Seaport no solo nos permitió evadir el ajetreo del tráfico, sino que también nos brindó la oportunidad de mantener a raya esas indeseadas libritas adicionales. Nuestro propósito era poder disfrutar de las auténticas delicias culinarias que Boston tenía que ofrecer.
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Nos encontrábamos a tan solo 20 minutos a pie del Boston Tea Party Ships & Museum. Este recorrido reveló el renacimiento del Seaport, donde tiendas modernas, restaurantes, hoteles y parques contemporáneos se fusionan para crear un ambiente vibrante y actual.
Ya no recuerdo la cantidad de veces que Congress Street marcó nuestra entrada al Downtown. El Old State House, antigua sede del Gobierno colonial británico antes de la Revolución, fue nuestro punto de referencia en la ciudad. Desde ahí es sencillo encontrar muchos de los lugares del Freedom Trail, el sendero que siguen los turistas con inquietud histórica y que reúne 16 sitios históricos.
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Pero antes de seguir el Freedom Trail, entramos al concurrido Quincy Market para disfrutar de una deliciosa sopa de clam chowder, un plato presente en muchos de los menús de los restaurantes que visitamos. Y, como era de esperar, la experiencia no nos defraudó.
Al salir, nos unimos a un grupo de espectadores que admiraban los trucos de magia de un talentoso artista de la calle. A unos pasos del Quincy Market, a lo largo de una pintoresca zona peatonal empedrada, está el edificio histórico Faneuil Hall, construido en 1742. Este edificio originalmente sirvió como mercado público y lugar de encuentro para los colonos en reuniones relacionadas a la independencia.
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En Washington Street vimos el imponente Old South Meeting House (1729), escenario de reuniones relacionadas a la Revolución. Ya en Beacon Street se despliega un desfile de hitos a lo largo del Freedom Trail, desde la estatua de Benjamin Franklin, que celebra la fundación de la primera escuela pública en los Estados Unidos en 1635, hasta la joya histórica King’s Chapel, construida en 1754.
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Pasamos por el State House, que destaca por su imponente cúpula dorada, y el Boston Common, el pulmón verde de la ciudad, adyacente al Public Garden. Nos detuvimos frente al bar que sirvió de inspiración para la serie de televisión Cheers en los años 80, con la idea de visitarlo y comer allí al final de nuestro viaje.
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Así luce el otoño en el Boston Public Garden
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Las ardillas del Boston Common no son tímidas.
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En ruta al Prudential Tower, el segundo edificio más alto de la ciudad, pasamos por Beacon Hill con su arquitectura colonial con farolas que iluminan sus calles empedradas, y una atmósfera que evocaba el Boston más histórico.
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Acorn Street
Ya en el piso 50 del Prudential Tower, desde el observatorio conocido como Skywalk, la mirada se dirige hacia el Puente Longfellow, que conduce a Cambridge, sobre el río Charles. La vista desde lo alto en el Prudential Tower se convirtió en una de mis favoritas.
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Una hora más tarde, me encontré disfrutando de esa hermosa vista que me había cautivado en el Prudential Tower, pero esta vez desde una perspectiva diferente: justo debajo del Puente Longfellow, mientras navegaba por las aguas del río Charles en una emocionante excursion en el famoso “Boston Duck Tour”. Este tour se realiza en un vehículo anfibio que nos permitió explorar diversos rincones de la ciudad.
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De pedaleo a historia
A la Biblioteca John F. Kennedy llegamos pedaleando desde nuestro hotel, por una ruta muy poco atractiva y con los carriles para bicicletas obstruidos por vehículos en plena construcción. Al final la impresionante vista al mar de la Biblioteca te hace olvidar el camino recorrrido. En las exhibiciones hay detalles de la vida personal y política del presidente y destaca su relación estrecha con su hermano Robert Kennedy.
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Un detalle que no pasa desapercibido para ningún puertorriqueño es la fotografía de la presentación que el chelista español Pablo Casals hizo en la Casa Blanca en 1961, durante una cena de Estado en honor al gobernador Luis Muñoz Marín. Este acontecimiento adquiere un matiz único gracias a la estrecha amistad que unía a Casals y Muñoz, ya que el célebre chelista se había negado previamente a actuar en los Estados Unidos en protesta contra el apoyo a la dictadura de Francisco Franco.
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Kennedy asumió la presidencia de los Estados Unidos en 1960 y desempeño su mandato hasta su trágico asesinato en Dallas, Texas en 1963. Su mandato coincidió con acontecimientos históricos tumultuosos, como la Guerra Fría con la Unión Soviética, la crisis de los misiles nucleares soviéticos en Cuba y los reclamos por los derechos civiles de los afroamericanos.
Decidimos tomar un taxi hasta el colorido Chinatown. Desde ahí caminamos hasta el pub irlandes Emmets. No probamos su famoso café, pero sí una cerveza Guinness.
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El beef stew es uno de nuestros platos favoritos en los pubs irlandeses.
En dirección a North End en busca de las pintorescas calles de Little Italy hicimos una parada en Mike’s Pastry. Con nuestros cannolis rellenos de ricotta en mano continuamos caminando hasta al frente de la casa de Paul Revere. Mientras saboreábamos nuestros ricos cannolis hablábamos sobre quién fue Paul Revere. En ese momento recordé las líneas de un libro títulado Historia de Estados Unidos: “ La oscura noche del 18 de abril de 1775, un caballo castaño prácticamente volaba, acuciado por su desesperado jinete, que sujetaba las riendas con manos temblorosas en su intento por avisar de la batalla que se avecinaba. El jinete se llamaba Paul Revere”. Estas líneas me hicieron revivir la valentía de Paul Revere y los eventos que llevaron al inicio de la Guerra de Independencia.
Halloween en Salem
Decidimos que Halloween era la excusa perfecta para lanzarnos en una travesía ferroviaria hacia Salem, a tan solo 45 minutos de distancia en tren. Salem, también conocida como la “Ciudad de las Brujas”, es popular por los juicios por brujería que acabaron en la ejecución de 20 residentes en 1692. Caminar por las calles principales era como entrar a un desfile de disfraces. Pero quizás lo que más no llamó la atención fueron los predicadores que invitaban a reflexionar sobre la celebración de fiestas paganas.
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Por la noche disfrutamos de una cena en el restaurante más antiguo, Olyster Union, que ha ofrecido servicio continuo desde su fundación en 1826.
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Sabores, deportes y estilo
El domingo disfrutamos de un almuerzo sin esperas en Cheers antes de dirigirnos al icónico Fenway Park, hogar de los Red Sox. De camino disfrutamos de Newbury Street, ubicada en el sofisticado vecindario de Back Bay en Boston, que se erige como el epicentro de las compras de lujo.
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En nuestra última noche en Boston, aprovechamos que los Boston Bruins estaban en plena acción en el TD Garden. El juego resultó ser perfecto para disfrutar de nuestro primer partido de hockey.
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