Por Lynette González Centeno
Las montañas Pocono en el noreste del estado de Pennsylvania ofrecen una escapada perfecta para aquellos que buscan un respiro. Su proximidad a las grandes ciudades de la costa este, como New York y Philadelphia, las convierte en el lugar ideal para desconectarse del ajetreo y el bullicio citadino y conectarse más con la naturaleza. Las montañas Pocono era el viaje soñado y el destino que nos regalaría una semana de sano esparcimiento, lleno de alegrías, sorpresas, diversión, inquietud e historias épicas.
Sin embargo, una sola llamada cambió el rumbo del viaje, y es en ese instante que te das cuenta de que hay otros viajes de los que rara vez se habla, aquellos llenos de tristeza. La muerte de mi abuela fue uno de esos momentos. Aunque hablar sobre ello suele ser difícil, decidí contar esta historia porque las lágrimas forman parte inevitable de la vida.
Finalmente, el pequeño pueblo de Tannersville en el condado de Monroe se convirtió en el lugar al que acudimos en busca de consuelo. Encontramos el alojamiento perfecto en el Great Wolf Lodge y, cerca de allí, The Crossings Premium Outlets nos proporcionó la distracción necesaria. A partir de ahí, Marco tuvo que hacer cambios en los vuelos de regreso, cancelar las reservaciones de los hoteles y el alquiler de nuestro auto.
Habíamos planeado pasar dos noches en Tannersville y aprovechar la oportunidad para visitar algunos de los pueblos más populares de los Pocono antes de continuar hacia Hershey y Gettysburg. Teníamos muchos deseos de conocer el entorno natural relajante lleno de aire fresco que caracteriza la región. Para aliviar la frustración de no poder estar junto a nuestros afectos, intentamos disfrutar de algunas de las atracciones al aire libre, como el snowtubing y las pista de esquí, pero ese lunes todo estaba cerrado.
A pesar de que el viaje fue corto, pudimos aprovechar la cercanía de Stroudsburg para visitarlo. De este pueblito encantador solo recuerdo su centro histórico con edificios antiguos y tiendas de antigüedades. Tomamos algunas fotos y comimos en un pub irlandés un beef stew que no recuerdo con mucho entusiasmo. Esa tarde regresamos al Great Wolf Lodge para disfrutar su parque acuático.


Fue la aventura de las chorreras de agua lo que me impulsó a levantarme y regalarles a mis hijos unas horas de entusiasmo. Cerré los ojos para dejarme llevar por la sensación de velocidad mientras me deslizaba por la chorrera en una balsa para cuatro personas, ansiosa por experimentar la caída y escuchar el rugido del agua al caer. La recompensa llegó en forma de carcajadas agudas de Ian e Ianna , y esto fue la terapia perfecta que me ayudo a sonreír.


Jim Thorpe un pueblo encantador
Jim Thorpe es un pueblo encantador que parece sacado de una postal, con la virtud de animar a cualquiera que lo visite. A pesar del clima frío que nos recibió esa mañana, no podíamos dejar de recorrer su Downtown para admirar la belleza de las edificaciones que nos transportaron al siglo XIX, cuando el pueblo prosperó como un importante centro de producción y transporte de carbón.
Una vez allí, nos dirigimos a la Opera House, uno de los edificios más destacados de Jim Thorpe. Construido en 1881, hoy día es un centro de artes escénicas que sigue siendo un punto de referencia en la ciudad. Por esa misma calle, a pocos metros de la Opera House, la mirada se fija en otro hermoso edificio histórico de color rojo y marrón, que cuenta con una torre de reloj. Más tarde descubrimos que se trataba del Carbon County Courthouse, la sede del gobierno del Condado de Carbón desde hace más de un siglo.




A unos pasos de ahí, descubrimos la importancia de la estación del tren Mauch Chunk Switchback Railway Station en la historia de Jim Thorpe. Esta estación fue clave en la transformación de la ciudad como centro industrial y turístico. El tren lleva el nombre original de la ciudad, Mauch Chunk, que en 1954 fue cambiado al nombre del atleta James Francis Thorpe (Jim Thorpe) para atraer turistas a la zona.

A pesar de los cambios de planes y la tristeza que nos acompañó durante el viaje, pudimos constatar que, como dice el eslogan con el que se promocionan turísticamente, “La vida es mejor en los Poconos Mountains”. Encontramos en este lugar un refugio consolador y lleno de distracciones, donde pudimos crear postales inolvidables llenas de nostalgia.
[En memoria de Juana Tirado, una abuelita excepcional, quien era devota a la virgen María y demostraba un fervor inigualable. Su compromiso sin precedente hacia su fe la llevo a guiar a sus nietos y familiares en el camino de conocer a Cristo y a transmitirles los valores y la sabiduría que ella misma había adquirido a lo largo de su vida.]


