Por Lynette González Centeno
Ubicadas en el océano Atlántico Norte, Las Bermudas, son un destino paradisíaco, que despierta interés, debido a que se encuentra en uno de los vértices del mítico Triángulo de las Bermudas.

Llegamos a las Bermudas a bordo del crucero Norwegian Prima, que zarpó desde la ciudad de New York.





Ver la ciudad de New York desde el río Hudson nos brindó una perspectiva única.
Después de un día en alta mar, nuestro barco finalmente ancló en el muelle de Royal Naval Dockyard una mañana soleada. Decidimos tomar un ferry de la compañía Norwegian que nos llevó por la pintoresca costa norte de la isla principal hasta la ciudad de St. George. Durante esos 40 minutos de navegación desde lo lejos disfrutamos con la vista las hermosas casas de colores pastel y esas tonalidades de azules que las rodean que nos hicieron comprender de inmediato porqué Bermuda es famosa por sus playas.

La vista al puerto desde mi balcón
Nuestra decisión de visitar primero St George fue muy acertada, ya que es la antigua capital de Bermuda y la ciudad más antigua fundada en 1612. Esta ciudad colonial inglesa guarda un encanto especial debido a sus coloridas calles llenas de detalles de otras épocas que exploramos con facilidad. Partimos desde King’s Square, donde destaca el Towne Hall construido en 1782. Cerca de allí, en York street , está St. Peters Church una iglesia anglicana fundada en 1612 que ha sufrido varias modificaciones.
Más adelante, por una carretera empinada se encuentra Unfinished Church (1874), una iglesia gótica que nunca llegó a completarse, pero que encuentra su encanto en esa misma belleza inacabada. Sus impresionantes arcos de piedra gris que se abren al cielo combinan con el verdor de las palmeras que la rodean. Su misterio y encanto nos regalaron hermosas postales. Siguiendo el camino llegamos a pie hasta la costa, donde se alza en una colina el fuerte St Chatherine, una de las muchas estructuras defensivas que todavía protegen a Bermuda. Nos perdimos entre sus túneles, murallas y fosos, y al llegar al tope, donde están los cañones, es difícil decidir cuál vista es más hermosa: la que regala a Gates’ Bay por un lado o la que se asoma a la bahía Achilles por el otro.











Fort St. Catherine forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Comenzamos la tarde disfrutando de un refrescante “Rum Swizzle”, la bebida típica de las Bermudas que tiene varias versiones, pero por lo general se prepara con ron y una mezcla de jugos de fruta como china, piña y limón. Conseguir un taxi a esa hora desde la ciudad de St. George hasta Hamilton Parish resultó ser una tarea difícil que nos dejó sedientos. A pesar de que la bebida era demasiado cítrica para mi gusto, aprecié la experiencia de probar algo nuevo.
Nuestro día llegó a su fin con una visita a Crystal Cave, un auténtico paraíso natural escondido bajo el nivel del mar. Nos maravillamos con las impresionantes formaciones de estalactitas y estalagmitas de color blanco que adornaban este mundo subterráneo. Siguiendo un sendero de madera, nos adentramos en la cueva, iluminada con delicadas luces que realzaban la belleza de cada rincón y que nos regalaron las postales más bellas de nuestro viaje.


Hamilton, la capital de Bermudas es una ciudad hermosa y vibrante. Sus edificios coloridos y la arquitectura colonial británica tienen un toque del sabor caribeño. Al llegar al puerto pintoresco tuve la sensación de estar caminando por el centro de Oranjestad en Aruba. Especialmente en Front street, una calle llena de tiendas, restaurantes y bares.

Horseshoe Bay Cove
Estar de pie en el transporte público a punto de caer al suelo en varias ocasiones y tropezar con los pasajeros cada vez que frenaba la guagua, mientras Ian se aferraba a mis piernas, hizo que los 20 minutos desde Hamilton hasta la playa Horseshoe Bay Cove en Southampton Parish me parecieran eternos. Aun así no perdí el ánimo de poder disfrutar la playa más famosa de las islas Bermudas.
Cuando llegamos a ese pedacito de paraíso en forma de media luna, alquilamos unas sillas y caminamos hacia una sombra. A la derecha se formaba una piscina natural gracias a las rocas que delimitaban un área poco profunda del mar abierto, ideal para nuestros chicos. A la izquierda, se encontraba una zona más amplia y abierta con mucho oleaje.
Recuerdo claramente ver a Ian jugar bajo el sol brillante que se reflejaba en las aguas cristalinas. Una ligera brisa soplaba mientras caminaba por la playa y sentía la textura suave de su famosa arena rosada en mis pies y mis intentos por soportar el agua fría en mis piernas.




Cerramos nuestro viaje con una visita al National Museum of Bermuda. Ya conocíamos la fuerte influencia británica en la historia de la isla, pero allí descubrimos otros aspectos culturales de origen africano, portugues y caribeño que conforman toda su historia.



Así eran nuestras noches a bordo del Norwegian Prima



